Ayudando a vender

Ayudando a vender

viernes, 4 de marzo de 2016

Los políticos no saben vender

Estamos asistiendo con asombro, y no sólo durante la sesión de investidura, a un espectáculo para mi gusto nada edificante en el que los representantes del pueblo se tiran los trastos a la cabeza, se faltan al respeto entre ellos y se acusan mutuamente de engañar y de no pensar en quien les votaron. Todo esto es más sorprendente desde el momento en el que sabemos que con los escaños en la mano se deberán de poner de acuerdo sí o sí para que uno de ellos gobierne con el apoyo de aquellos con los que ahora discute acaloradamente. Esto sólo pasa en política.

En las relaciones comerciales comportarse así sería surrealista. Nadie puede pensar en llevarse mal o descalificar a aquel con el que tienes que llegar a un acuerdo comercial. Esta situación no sólo pasa en las relaciones comerciales sino en muchos ámbitos más de la vida. Así pues, ¿que credibilidad pueden ofrecer a los ciudadanos cuando un día sí y otro también ofrecen espectáculos tan lamentables y actitudes tan incomprensibles?.

No dejo de tratar de encontrar similitudes entre la política y la venta y es que como otras veces he comentado, siempre estamos vendiendo y si eres político también.

En la política hemos observado mucha intransigencia, nada de empatía y un ambiente poco amable, con lo que las condiciones no son las mejores para hacer percibir al ciudadano la idoneidad de un proyecto. Esto hace que en vez de pensar en votar al mejor optes por hacerlo al menos malo y lo hemos podido ver en los resultados. Los partidos de siempre se han pegado un batacazo.    

¿Os imagináis negociar con un cliente o con un proveedor después de haber tenido una bronca tan monumental como las que se puede ver estos días en el congreso de los diputados o en las tertulias políticas que tanto han proliferado?.

Inimaginable, ¿no?. No me extraña que haya gente que tras estar en la empresa y luego recalar en la política haya tenido que salirse asustado por lo que allí ha vivido. Supongo que por eso se llama "la clase política". Pienso que estas actitudes son fruto de una visión absolutamente cortoplacista e interesada en la que exclusivamente se busca el máximo rédito en el menor tiempo posible sin pensar en el futuro ni en quién depositó el voto para su formación política. Si no piensas en tu cliente, ¿qué nos queda?. Pues a la vista de lo sucedido a lo largo de varias legislaturas, la política es el único campo en el que mentir, ocultar, robar o prevaricar no está lo suficientemente castigado por parte de los clientes/votantes. La política es otro mundo.

Desde mi modesto punto de vista, si en política se aplicaran muchos de los conceptos e ideas que se aplican en el mundo comercial probablemente nos iría a todos mucho mejor.

Las negociaciones sirven para resolver conflictos y llegar a un acuerdo para un bien común y para ello hace falta calidez en las relaciones, escuchar a la otra parte, controlar las emociones y mucha creatividad para poner en la mesa soluciones originales que contenten a todos. Yo, lo siento, pero no veo nada de eso. Tampoco veo honestidad, otra cualidad fundamental de un profesional de la venta, y que en política brilla por su ausencia.

Y negociar no es otra cosa que una parte del proceso de venta, muy importante eso sí, en el que en este caso, el producto es el propio candidato aspirante y su proyecto para el país y los clientes somos todos los españoles que con nuestro voto pagamos el precio de las políticas que nos deberían llevar a un mayor bienestar.

El político debería ver al votante como su cliente y no hay mejor manera de vender a tu cliente que generando confianza, cumplir con tus compromisos, ser útil y transmitir seriedad y seguridad. Eso no se consigue en un corto plazo. Si haces todo lo posible para contentar al votante/cliente a la larga él confiará en lo que representas.

Yo, personalmente, no aprecio ninguna de estas habilidades entre nuestros representantes políticos. Y es que hay políticos que saben comunicar pero muy poquitos que vendan sus proyectos de una forma creíble, y eso es terrible porque si detrás de una buena comunicación no hay verdad entonces la credibilidad para el futuro es cero.

Así nos va.